El Dia D by Beevor

El Dia D by Beevor

autor:Beevor [Beevor]
Format: epub
publicado: 2009-12-28T09:09:01+00:00


Goodwood

393

África probablemente rondaran en muchas cabezas, tal vez también

por el gran calor, el horrible polvo «que todos coincidimos en comparar con el del desierto» y los inhumanos enjambres de mosquitos. Los

soldados se quejaban de que el insecticida que les había entregado el

ejército, más que repeler, los atraía.

Los oficiales de la División Acorazada de la Guardia eran muy

conscientes del hecho de que no habían combatido en el norte de

África y de que ésa iba a ser su primera batalla. Rex Whistler, el pintor y escenógrafo, aunque tenía quince años más que los demás jefes

de tropa del batallón blindado de la Guardia Galesa, había decidido

quedarse con los de su escuadrón. Y precisamente porque estaban

en guerra, no veía razón alguna para dejar de pintar. En Inglaterra,

Whistler había encargado al herrero de su pueblo que le fabricara

una caja de metal para acoplarla a la parte externa de la torreta de su

tanque y en la que poder guardar sus pinturas, sus pinceles y algunos

lienzos de pequeñas dimensiones. Pero como era el subalterno más

veterano, Whistler fue nombrado oficial de enterramientos del batallón. A la supersticiosa tripulación de su tanque no le gustaba mucho

tener que llevar veinte cruces de madera en el vehículo.

Al igual que Keith Douglas, el poeta, parece que Whistler intuyó su propia muerte. Dijo a un amigo que no quería ser enterrado en un gran cementerio militar, sino allí donde hubiera caído.

Poco antes de que el comandante en jefe de su división, el general

Adair, se reuniera con los oficiales para dar las últimas órdenes,

Whistler escribió una carta a su madre desde el huerto en el que

habían acampado. Le enviaba también «una ramita de muérdago

del árbol que está encima de mi vivac»,21 la lona alquitranada que

se extendía a los lados del tanque bajo la cual dormía la dotación.

Al anochecer del 17 de julio, Francis Portal, un oficial compañero

suyo, estuvo hablando con Whistler mientras se comprobaba por

última vez el perfecto funcionamiento de los motores de los tanques. «Probablemente nos volvamos a ver mañana por la noche», le

dijo Portal cuando partían. «Eso espero», respondió Whistler entre

pensativo y melancólico.

394

El Día D

Todos los altos oficiales del bando aliado rezaban para que

Montgo-mery se decidiera por fin a dar un gran salto adelante. Ni

siquiera sus enemigos de la RAF, entre ellos Bomber Harris,

pusieron objeciones a su petición de apoyo de bombarderos

pesados. El comandante en jefe de las fuerzas aéreas tácticas, el

mariscal del Aire Coningham, que aborrecía a Montgomery más que

nadie, quería desesperadamente una victoria que permitiera disponer

del terreno suficiente para la construcción de aeródromos en

posiciones avanzadas. El mariscal del Aire Tedder, que había estado

hablando en privado con Coningham sobre la posibilidad de

destituir a Montgomery, escribió al comandante en jefe una nota en

la que le aseguraba que todas las fuerzas aéreas iban a estar «listas

para apoyar este plan tan ambicioso y decisivo que ha preparado».22

A las 05:30 del 18 de julio la primera oleada de bombarderos apareció por el norte para atacar sus objetivos. Durante las dos horas y

media siguientes, dos mil bombarderos pesados y seiscientos bombarderos medianos de la RAF y de las Fuerzas Aéreas de los Estados

Unidos lanzaron 7.



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